lunes, 12 de enero de 2009

Descripción objetiva de las manos

Aquellas manos poseían unas uñas amarillentas, llenas de porquería, largas y medio rotas. La piel que rodeaba sus uñas, estaba repleta de pellejos y tenía varios callos. Eran unas manos secas y ásperas a falta de hidratarlas en las que abundaban las arrugas que cruzaban los dorsos y los dedos.

Descripción subjetiva de las manos

Sus manos, finas como la seda tocaban las mías con delicadeza, para no hecerme daño, eran demasiado fuertes comparado con las mías, tendría que tener mucho cuidado al acariciarme o podría aplastármelas. Eran blanquecinas y sin arrugas, con unas largas y estilizadas uñas perfetamente cuidadas. Aquellas manos eran suaves como el terciopelo; ese final de sus brazos con cinco dedos perfectos, eran junto con su cara, lo más bonito de su cuerpo. Realmente eran las manos más bellas que había visto en mi vida.

martes, 4 de noviembre de 2008

El porquerizo

Me hubiese gustado contraer matrimonio con la hija del emperador. Le llevé una rosa del rosal que crece cada cinco años en la tumba de padre y el ruiseñor que se sabe todas las melodías. A la princesa no le gustó mi rosa porque decía que era natural y ella la prefería artificial, tampoco le gustó el ruiseñor, puesto que quiso su libertad.

Me prohibió ir a verla más pero no por eso me rendí así que me disfracé para ir al castillo a pedir trabajo. Me lo dieron de porquerizo, y una vez allí en la pocilga, intenté llamar la atención de la princesa creando una pequeña marmita rodeada de campanitas que al hervir tocaban la tonada de ``Oh, Agustín querido´´ y poniendo un dedo en el vapor que esta producía podía olerse todo lo que se quisaba en las cocinas de la ciudad. No tardó en queres comprarme el instrumento y le pedí diez besos a cambio; intentó escaquearse peor al final me los dió. Más tarde inventé una carraca que tocaba valses, polcas y mazurcas, que tambinén quiso comprar.

Cien besos le pedí yo acambio de la carraca; sus doncellas se levantaron las faldas para que nadie nos descubriese y allí nos besamos. El emperadornos vió a través de la ventena y bajó corriendo a separarnos. Nos expulsó del imperio y fue entonces cuando la princesa se puso a llorartriste por no aceptarme cuando fuí vestido de príncipe. Me lavé la cara y dejé que me viera como un príncipe para que se diera cuenta de lo que había hecho. Acto seguido me fuí a mi reino y la princesa quedó fuera de u reino y del mío.

Carta de amor

Ferrol, 27 de septiembre de 2.008

Querida Laura,

Hace tiempo que te observo y no puedo negar que me gustas, casi no te conozco, pero no lo puedo ocultar más; me moriría de vergüenza si te lo dijese a la cara, por eso te lo escribo aquí sin que nada me impida expresarme libremente.

Me gustas, estoy enamorado de ti, me encanta tu mirada, esa forma que tienes de andar dando saltitos, tu gran sonrisa, siempre alegre, tu forma de ver las cosas tan optimista...;podría seguir escribiendo cosas hasta que se acabase el papel en el que estoy escribiendo todo esto.

No espero que tu pienses lo mismo, ni que yo te guste, pero no te voy a mentir, me harías la persona más feliz del mundo.No quiero ponerte en un compromiso, ni que te sientas culpable, simplemente me apetecía que lo supieras porque ya me era imposible verte todos los días en clase y no poder decírtelo. Me gustaría conocerte más, pero es tu decisión.


Muchos besos Laura, de tu admirador Javier.